La oscuridad y el descanso, ¿existe relación?
Hasta hace unos años se pensaba que teníamos que dormir para dejar la mente parada y descansar. A día de hoy sabemos que el sueño tiene un papel central, no para dejar la mete en blanco, sino para reiniciar nuestro cuerpo y sus funciones básicas.
De hecho, nadie puede sobrevivir más de 11 días sin dormir o estar 17 horas despierto, provoca que nuestro organismo y pensamiento simulen una sensación parecida a la ingesta alta de alcohol.
Aquí ponemos el acento de buscar el mejor descanso. Por un lado, tenemos muy claro cómo dar forma a las mejores camas del planeta y, por otro lado, incidiendo en el papel de las rutinas para descansar mejor.
El papel de la luz
Aquí la luz juega un papel muy importante, tanto antes, como durante y después del sueño. En la parte previa, necesitamos que nuestra casa tenga una luz suave todo el día. Lo ideal es que sea cálida para mandar al cerebro la orden de relajarnos y que se vaya haciendo más tenue con la caída de la tarde. Con unas cortinas tipo visillo para las horas centrales y otras más tupidas para la tarde, sería perfecto. De esta forma, nuestro cerebro va activando la melatonina, la hormona que se encarga de mandarnos a dormir.
Durante la noche, la oscuridad debe ser total. Está demostrado que aunque nos consigamos dormir con luz vamos a tener micro despertares y las horas de sueño profundo, se reducen drásticamente. De hecho Javier Albares, coordinador de microbiología de la Sociedad Civil Española del sueño, apunta y recalca la importancia de dormir en completa oscuridad.
Después de la noche, llega el momento de abrir ventanas, ventilar la habitación sobre 10 minutos con la cama sin hacer y correr las cortinas al máximo. Después de nuevo, los visillos harán la función de aislar la casa de miradas indiscretas, decorar y crear una luz mucho más sosegada.
¿Qué luz hay en tu casa? ¿Te habías parado a relacionar su presencia con tu descanso?
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